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Información y sesgos

Foto del escritor: María Laura GarcíaMaría Laura García

En tiempos de desinformación, fake news e “infodemia”, existe un concepto cada vez más utilizado y al que deberíamos prestarle especial atención: el de los sesgos. Si bien no es un concepto nuevo y existe una multiplicidad de sesgos cognitivos, algunos de ellos impactan particularmente en nuestros servicios. El sesgo de confirmación, el sesgo de selección, el sesgo de supervivencia, el sesgo de confusión o correlación y el sesgo de los expertos son algunos de los más importantes. Como industria no solo debemos tenerlos presentes sino dar algún tipo de información adicional que permita detectarlos fácilmente.

En la era de la Inteligencia Artificial, de los algoritmos y de la hiper-targetización, el sesgo de confirmación, que nos lleva a consumir información alineada con nuestras creencias, preferencias y expectativas preexistentes, se torna cada vez más profundo. En la medida en la que estamos constantemente alimentando a los algoritmos con datos sobre nuestras preferencias, estos son cada vez más capaces de proporcionarnos la información que nos hace sentir más cómodos. Nuestros servicios también pueden involuntariamente promover este sesgo.

Esto no solo nos impide estar bien informados, sino que finalmente conduce a la radicalización del pensamiento. Si solo escuchamos y validamos una forma de pensar, y no la ampliamos ni la cuestionamos, tarde o temprano nos convertimos en ciudadanos intolerantes. Y cuando deja de haber tolerancia, los cimientos mismos de nuestra convivencia democrática comienzan a resquebrajarse.




Otro sesgo muy común es el sesgo de supervivencia, en referencia a la supervivencia de la información. Como sabemos, la información necesita perdurar en el tiempo y seguir convenciéndonos, y esto muchas veces nos lleva a perder el sentido de lo que es realmente relevante. Solemos confundir la presencia de una información o el hecho de que un contenido está siendo comentado por muchas personas, con la importancia real de esa información. En este sentido, debemos estar cada vez más atentos al contexto en el que se reproduce determinada información, para no caer en un sesgo de supervivencia.

El sesgo de los expertos se volvió particularmente relevante en el contexto de Covid-19. Un experto puede dar una opinión sobre su tema de especialización, pero si va a opinar sobre cualquier tema, debe hacerlo desde un lugar de ciudadano común, no como experto. Sin embargo, hay muchos ejemplos en los que expertos con amplia trayectoria opinaron sobre temas que poco o nada tenían que ver con su formación, y se equivocaron. El problema es que el ciudadano promedio tiende a creer que, dado que la opinión proviene de un experto, es válida. Todos tenemos derecho a opinar, pero si lo hacemos desde un lugar de expertos, tenemos que hacerlo con conciencia y responsabilidad.

Podría continuar hablando sobre otros sesgos cognitivos, pero lo que realmente me interesa es señalar que en los últimos años ha surgido una nueva agenda informativa que no podemos ignorar. El problema de los sesgos adquiere particular importancia en un contexto de acelerada profundización de los avances tecnológicos. Nosotros, como industria, tenemos una responsabilidad particular por la existencia de estos sesgos, y debemos comenzar a preguntarnos si no estamos, consciente o inconscientemente, reproduciendo algunos de ellos dentro de nuestras empresas. Necesitamos empezar a pensarnos como actores dentro de un ecosistema de la información mucho más grande y entender que cualquier problema que afecte a este ecosistema, también nos afecta a nosotros.

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